¿La manera de retratar, lo inmediato hizo que se vuelva más cruel?...ó ¿siempre fue así?. Cuando un fotógrafo, quería que le publicaran una imagen debía armar una red de emisarios, como enviar el rollo por avión, conocer a alguien de la tripulación que le hiciera el favor de entregarlo, otros armaban pequeños laboratorios en los baños de los hoteles y luego siempre y cuando la linea telefónica no se cortara enviaban las imágenes, hoy solo basta con una computadora portátil, un bar con conexión inalámbrica, enviamos la foto o la subimos a la red; antes para ser publicada debía pasar por el filtro de un editor.
Ante tanto bombardeo de imágenes que vemos constantemente en internet, la pregunta es ¿cuales de esas imágenes llegara a trascender en el tiempo?, pero también me pregunto cuantas de esas imágenes subidas sin pensar, solo por el hecho de decir Yo también puedo tomar esa foto; ¿pueden causar algún daño?.
En está vorágine en la que todo es ahora y ya; todos queremos ser fotógrafos o reporteros, subimos la foto o la enviamos a algún medio de comunicación on line, luego vemos como son utilizadas para ilustrar una nota, hasta que el periodista llega y así tuvimos nuestra oportunidad de decir publicaron mi foto, como si el hecho de realizar una fotografía fuera algo tan simple como hacer un click, como cuando hacía algún retrato pintado y me decían ahora hace me un retrato a mí, para muchos solo son tres pinceladas o un click.
Nos retratamos para mostrarnos, para que nos conozcan, la pregunta que me hago es si realmente nos conocen, ó si seguimos siendo anónimos, no se si el retrato y los medios de comunicación van de la mano, creo que no importa cuantos “amigos” tengamos en nuestro perfil, lo más seguro es que si nos cruzamos frente a frente no nos reconoscamos. Suelo bromear cuando voy a algún evento y hablo con alguien de mi red, les digo que voy a llevar puesta una capelina.
La verdad es que tanta comunicación solo nos hace más anónimos, como cuando estamos en la sala de pre embarque de un aeropuerto al que muchos llamamos un no lugar, creo que lo que logramos con las redes sociales, subiendo nuestros retratos es un gran anónimato; el mismo que teníamos cuando los medios de comunicación no eran tan masivos.
Que hace que ese retrato trascienda, sea recordado por muchos, como la foto de la niña afgana que tomó Steve McCurry; ¿es la imagen?, ¿es el retratado?, ¿es el que retrato?, ¿fue el medio con que se realizó el retrato?, ó ¿el medio en el que se dio a conocer el retrato?. Quizás fue un conjunto de todas esas preguntas, que me hice anteriormente, las que llevaron al reconocimiento de la fotografía; entonces si “una imagen vale más que mil palabras”, ¿porque hay miles de imágenes sin palabras?, acaso la comunicación constante en la que vivimos, hace que necesitemos un bombardeo de imágenes sin sentido; ¿porque nos importa tanto retratarnos? y ¿retratar a quien sea?, en cualquier situación sin importarnos, no estamos avasallando la dignidad del retratado, los medios, la tecnología en este constante crecimiento, en donde lo nuevo de hoy, es viejo mañana, como los posteos cortos del twiter, que nos obliga a estar permanentemente comentando nuestra vida, así hacemos con nuestros retratos, en donde por no perder los primeros lugares en las noticias de nuestros contactos subimos imágenes permanentemente, sin importar que subimos.
Escuche decir a Sara Faccio en un reportaje, que para hacerle unas fotos a Victoria Ocampo tuvo que hablar mucho con Ella para convencerla y luego buscar el momento indicado para realizar la foto y no perturbar a la retratada, el caso contrario es Martín Parr que con su manera irreverente de fotografiar a los concurrentes a las playas latino americanas y sin pedir permiso los retrato, el comentaba lo cómodo que se sintió haciendo el trabajo en Sud América, por el hecho que en varios países de Europa ya está prohibido retratar gente común sin su consentimiento, debo recordar que la muestra Playa se vio en 2009 en el Centro Cultural Recoleta, en Buenos Aires. Los tiempos cronológicos entre las fotos de Sara Faccio y Martín Parr, son disitintos pero la forma de encarar el trabajo de cada uno sigue siendo la misma en el tiempo.
Me vuelvo a preguntar ¿todos queremos ser transgresores?, en nuestra manera de retratar y retratarnos, con los nuevos medios de comunicación perdimos esa delgada linea en donde mostramos y nos mostramos al mundo sin importar como. Que nos importa comunicar ¿Nuestra vida?, ¿Nuestra imagen?, dejar constancia de nuestro paso ó simplemente que nos reconoscan.
Stella Maris Leone
Artista Plástica - Fotógrafa