Tres
preguntas, hoy responde Claudia Susana Díaz
Con
motivo de su próxima muestra Mirame, Mirame, Mirame, que realiza
junto a María Laura Costantini, le hice tres preguntas, sobre arte.
Mirame,
Mirame, Mirame, ¿Es un llamado de atención para que te miren o es
un mirarte desde lo interno y personal?
Mirame
como sinónimo de detener por un instante el vértigo de lo
cotidiano. Como vivencia de un tiempo fuera del tiempo. Mirame y te
miro como un acto comunicativo de interacción social. Mirame dice la
obra. Mirá más allá de mí, mirá tu interior e identifica si algo
de lo que expreso te moviliza o podés reconocer como propio en tu
ser íntimo. Algo que confronta y te transforma. Tres instancias del
*MIRAR* que se corresponden a los tres momentos del arte que según
Hans – Georg Gadamer son la fiesta, el juego y el símbolo.
¿Cómo
ves el arte en el contexto social que vivimos?
El
panorama del arte es un fenómeno bastante heterogéneo, hay gran
diversidad de expresiones, está en cada actor del campo orientar su
trabajo en la dirección que le dicte su conciencia. Hay artistas que
hacen una carrera fulminante, son elegidos, entran al mercado,
acrecientan su patrimonio económico engrosando su cuenta bancaria
sin detenerse en lograr producciones de buena calidad estética. Un
hecho que me resulta poco simpático es la venta de obras de artistas
fallecidos a precios exorbitantes, que han sido privados en vida de
gozar de ese beneficio. Otros son brillantes y transitan en las
sombras, lo cual no es restarle mérito con mi humilde opinión, sino
todo lo contario. Hacen su tarea a conciencia .Otro fenómeno que
observo son los llamados bombos mutuos entre curadores y artistas;
unos y otros se necesitan, y realmente no siempre son obras de
calidad estética, pero se mueven en un círculo de élite y eso ya
es suficiente. Creo que hay una profunda carencia de políticas
culturales que permitan a los artistas poder desarrollar su carrera
con mayores posibilidades tanto en la producción de sus obras como
en la llegada de las mismas al público espectador. Esas mismas
políticas culturales valen también para quienes son espectadores,
en lo que respecta no sólo a gozar del arte en mayor cantidad de
ámbitos públicos, sino también en poder discernir entre obras de
calidad estética y aquellas que son meramente comerciales. Además
hay poca o ninguna cultura de compra de obra y se observa el fenómeno
de quienes optan por ser poseedores de láminas cuyo enmarcado es más
caro que obras originales de pequeño tamaño, factibles de comprar
en subastas de arte argentino. Desarrollar y dar un lugar de mayor
relevancia en la educación escolar a prácticas creadoras sería muy
beneficioso para el desarrollo individual y debería ser fundamental
en los programas curriculares de políticas culturales. Vale poner
atención al auge de la tecnología desde el siglo pasado al actual.
Muchas obras van en esa dirección, lo que implica que los límites
del arte se han corrido, ya no hay parámetros o paradigmas
unificadores. Pero también estamos quienes, pincel o lápiz en mano,
producimos. Los medios de comunicación masivos como herramienta de
propagación del arte reemplazan esa tarea y abundan en las pantallas
lo burdo, lo chabacano, lo mediocre. Reflexión y pensamiento crítico
quedan anulados. A lo dicho quisiera destacar el papel de la mujer
artista, tan invisibilizada por años, ocultada en los manuales de
historia del arte, relegada al papel de objeto de representación, de
musa inspiradora. En el contexto actual ser sujeto, o sea, productora
de obra, no es tarea fácil, pero hay artistas que han demostrado con
creces su talento. Sin esperar todo desde las políticas culturales
de turno es loable la tarea de quienes logran desarrollar polos
barriales de arte tan necesarios para el mejor desarrollo social. Es
muy frustrante ver cómo muchos de esos proyectos son derribados sin
miramientos por políticas conservadoras que sólo pretenden un arte
burgués para beneficio o gozo de circuitos muy cerrados en los que
es imposible ingresar. Poner énfasis en las actividades artísticas
es la tarea, sean cuales fueren; todas son válidas como vía de
comunicación para despertar conciencias, transmitir ideas,
desarrollar un espíritu crítico y mejorar la calidad de vida del
ser humano. Pero también exigir a quien corresponda ejecutar
políticas claras de acción y producción en los programas o
desarrollos culturales.
Siempre
hablamos de poner el cuerpo en la obra, ¿Qué parte de tu cuerpo
está en la obra?
El
arte como lenguaje no verbal al servicio, entre otros fines, de la
comunicación, es el medio que me permite poner en obra aquello que
con palabras me es dificultoso expresar. No pretendo “poner el
cuerpo” propiamente dicho en mis pinturas. Sí afirmar que mis
sentidos están alertas a lo que la obra me indica. El color, la
textura, la materia son los elementos que vehiculizan mis
sentimientos o emociones. Como resultado, lo corporal estaría
presente en los gestos que a través del pincel o la espátula
permiten materializar este 'cuerpo' de obras que llamaría
abstracciones gestuales emocionales. Es de mi interés continuar
explorando estos procesos creativos, los que permiten 'sanar' el
cuerpo y el espíritu, ambos como una unidad inseparable. El arte, la
pintura, como medio de expresión pero también como herramienta con
capacidad terapéutica que permite mejorar la calidad de vida.
Stella
Maris Leone Geraci
Artista Plástica, Fotógrafa,
Escritora